sexta-feira, 14 de julho de 2006

DO ESTADO DA ARTE

L
A FORCE DE L’ART. Propaganda y autocrítica


Es posible que la vieja oposición -propia de la segunda mitad del pasado siglo- entre laissez-faire ultraliberal (presunto garante de la libertad creativa) y financiación pública del arte (medida supuestamente destinada a la protección de los artistas frente a la agresividad del mercado) haya caducado para siempre, pero la fusión de ambos principios no deja por ello de dar contradictorios frutos. Dicho de otro modo, la síntesis entre propaganda y libertad de juicio tiene, previsiblemente, la implosión como resultado. La muestra trienal recientemente abierta en el Grand Palais de París bajo el rótulo La Force de l'Art , destinada a dar cuenta de la vitalidad de la escena artística francesa en los últimos veinte años, tiene precisamente la intención de llevar a cabo dicha peligrosa y necesaria síntesis, "necesaria" en la medida en que otros modelos ensayados parecen abocados a la sospecha y a la irrisión de los entendidos. Los dos ejemplos más recientes y aún dolorosos de tales ensayos son, por un lado, el Palazzo Grassi de François Pinault, donde la identidad institucional entre arte y gran capital produce tal deslumbramiento que vuelve invisibles las obras y estéril el trabajo del curador-cortesano; por otro lado, cabe citar la exposición Notre histoire , de corte proteccionista, en el Palais de Tokyo (repárese en la redundancia de los palacios ), que promovía la puesta en marcha de un dispositivo de autocelebración francesa destinado al gran público y basado en el modelo de la cultura publicitaria como nueva forma de tejido social.

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