sábado, 5 de abril de 2008

Memória fotográfica




















foto: walker evans

A los más jóvenes les parecerá inaudito, pero hubo una época en la que lo que distinguía a la izquierda no era el halago incondicional a las identidades colectivas, mejores cuanto más ficticias y cerradas, sino la reflexión sobre las clases sociales. El mundo se dividía, recuerdan los mayores, entre explotadores y explotados, entre pobres y ricos, entre los que mandan y los que obedecen, entre los conformes y los sublevados, y la posición que a cada uno le hubiera correspondido en ese reparto tajante determinaba en gran medida no sólo su biografía sino también su visión de las cosas. Un término tan rotundo y tan familiar hasta hace no mucho como clase social ha desaparecido por completo. No he hablado con él desde hace mucho tiempo, pero tengo la impresión de que Publio López Mondéjar, nuestro más eminente historiador de la fotografía, es de esas personas ya canosas que siguen convencidas de que la raya del privilegio sigue siendo la frontera más decisiva entre los seres humanos, tan radical en las artes como en casi todos los campos de la vida.

Dice Publio López Mondéjar que la división entre arte y artesanía le pone enfermo. Sabe de lo que habla

Ha sido el guardián de una memoria a punto de perderse, el buscador solitario de tesoros que a nadie le importaban

López Mondéjar sabe que todavía hay clases. Hay artistas y hay artesanos. Hay fotógrafos...
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