J.M. COETZEE
Prémio Nobel de Literatura
J. M. COETZEE desconfía de las modas culturales, que elevan los balbuceos a obras maestras confundiéndonos a la mayoría; de los medios de comunicación, que ejercen una dictadura sobre la jerarquía de los acontecimientos que ignora los matices y estraga el gusto; de las sociedades, que estrangulan a los individuos sea cual sea su signo político, y del mundillo literario, al que le hace una feroz autopsia fría en Elizabeth Costello. Por el contrario, confía en los poetas (en "la pasión apacible, sin lado oscuro" de Pound, en la "huida de la emoción" de Eliot, en Neruda, en César Vallejo, en Ingeborg Bachmann, en Brodsky, en Rimbaud, en Hölderlin, en Rilke); en algunos filósofos humanistas como Platón y Erasmo, sobre los que ha escrito ensayos o dictado cursos en la Universidad; quizás en las matemáticas y en la lógica (Aristóteles, Carnap) que estudiara siendo joven; en los solitarios -los aislados, los excluidos y los desgarrados protagonizan sus novelas-, y en los animales, a los que defiende en Elizabeth Costello y en Desgracia. Como hijo de emigrantes británicos en Suráfrica que colaboraron con la colonización, no tuvo que serle fácil elaborar este catálogo de confianzas y desconfianzas. La lectura y el arte, sin duda, le ayudaron a hacerlo, pero sobre todo la contemplación cotidiana del sinsentido y el horror. El resultado es bien conocido: una obra que se mide con la gran literatura de todos los tiempos y cuya decencia moral es de las más importantes entre sus contemporáneos.
in: babélia-el pais de 13.5.2006
Nota Formiga bargante: "Este", se "andasse por aí", também ia parar ao lote dos candidatos a autos de fé.
Mas não seria novidade para ele: teve de abandonar a África do Sul para se refugiar na Austrália, dada a forma "carinhosa" como o tratavam no seu país natal.
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