quinta-feira, 18 de outubro de 2007

EL MUSEO PERFECTO

La desazón que nos produce la actividad confusa y la desolación de las salas de los museos, no encaja con esa nueva moda teórica de debatir cuál es, cuál debe de ser, el modelo del museo perfecto. Esta idea de trazar un perfil de museo perfecto nos parece, de entrada, prepotente y excluyente. Si partimos de la convicción de que lo perfecto no existe, pero que si existiera sería inevitablemente aburrido, la idea de crear un museo perfecto nos desalienta tanto como nuestros muy imperfectos museos, nos aburre tanto como estos encuentros endogámicos que pretenden dictar modelos de existencia. Por otra parte, crear este artificial debate a partir de un club de amigos, a los que en alguna ocasión has tenido trabajando para ti, es un juego un tanto sucio para que ese perfil de museo perfecto (y aburrido) se parezca al que dirige el inventor del asunto. Una de las conclusiones de las últimas reuniones de los directores de museos españoles con teóricos extranjeros, da un resultado extraño, una excepcional unanimidad en fomentar un modelo de museo vacío, sólo ocupado por unas etéreas ideas que flotan como fantasmas por sus salas vacías, salas en las que no hay público y en las que posiblemente, a no tardar, tampoco haya obras, sólo documentos. El público, el espectador, parece no tener nada que contar. Tal vez nos olvidamos de que los visitantes a los museos somos todos, pero que cada vez somos más nosotros, es decir sólo nosotros. La politización de todos (iba a decir la mayoría pero no son la mayoría, son todos) nuestros museos nos deja un paisaje aterrador. Porque politización no significa solamente que están sometidos a los intereses y vaivenes de unos políticos mayoritariamente ignorantes en materias culturales (no quiero pensar en qué más son ignorantes) que ponen y quitan directores, cambian exposiciones, líneas de actuación, usando el museo como si fuera su sala de juegos. Politización también se puede aplicar cuando los directores de algunos museos usan a éstos y en general a la cultura como una estrategia de poder público o de enriquecimiento personal. Politización debería considerarse también la idea de que...
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